Lo que callamos los Agile Coachs
- Joyce Suárez Fabre
- 7 may
- 2 Min. de lectura

Ser Agile Coach suena bien en LinkedIn. Pero detrás de ese título inspirador, hay una jungla de desafíos, dilemas éticos, contradicciones y silencios estratégicos que rara vez compartimos. Hoy quiero que demos una mirada sin maquillaje a lo que callamos quienes trabajamos en este rol.
Spoiler: no es que no queramos hablarlo, es que a veces no hay con quién.
1. Callamos cuando nos piden “agilidad express”
Muchas organizaciones nos llaman cuando todo está en crisis y esperan que lleguemos como “el mago de la agilidad”. Lo quieren todo rápido: mindset, resultados, métricas, felicidad... y si puede ser para el lunes, mejor. Callamos la frustración de ver cómo se intenta forzar un proceso que requiere tiempo, compromiso y, sobre todo, dolor de desaprender.
Qué he aprendido: Establecer acuerdos claros desde el inicio es clave. Si no puedo negociar tiempo, negocio expectativas. No soy bombera: soy jardinera. Siembro, acompaño, y cosecho con el equipo.
2. Callamos cuando nos ignoran pero luego nos responsabilizan
Hay reuniones donde nuestras recomendaciones son ignoradas… hasta que algo sale mal y entonces nos preguntan: “¿Por qué no dijiste nada?” Aprendemos a manejar el ego, porque nuestra influencia no siempre es visible. Y nuestro trabajo, muchas veces, tampoco.
Qué he aprendido: Documentar propuestas, visibilizar avances y construir aliados internos es vital. El poder silencioso también transforma.
3. Callamos cuando el problema no es el equipo, es la cultura
Queremos ayudar a los equipos, pero muchos de sus bloqueos vienen de estructuras rígidas, liderazgos controladores o culturas que castigan el error. Callamos porque señalarlo sin respaldo es exponerse y ahí perdemos todos.
Qué he aprendido: La influencia sistémica se gana con confianza. Mostrar evidencia, usar el storytelling, y crear redes de apoyo hace la diferencia.
4. Callamos nuestra vulnerabilidad
También dudamos. Nos persigue el síndrome del importor. Muchas veces nos preguntamos si estamos ayudando de verdad. Como coaches, estamos entrenados para contener a otros, pero ¿quién nos contiene a nosotros?
Qué he aprendido: Tener una red de colegas, mentores o comunidad de práctica no es lujo, es necesidad. Practicar retros personales también me mantiene con los pies en la tierra.
5. Callamos el dolor de ver retrocesos
Ver cómo un equipo que florecía vuelve al control y al miedo porque hubo un cambio de liderazgo… duele. A veces callamos y acompañamos el duelo en silencio.
Qué he aprendido: Las semillas que sembramos no mueren. Pueden hibernar, pero tarde o temprano alguien las revive.
¿Por qué hablar de esto ahora?
Porque el rol del Agile Coach está madurando. Porque ya no alcanza con “enseñar Scrum” o “implementar Kanban” o facilitar retrospectivas divertidas. Somos agentes de cambio, pero también humanos. Nombrar lo que callamos es empezar a transformarlo. Y si este artículo te tocó alguna fibra, bienvenida/o al club: no estás sola/o.
¿Y tú? ¿Qué callas como Agile Coach?
Te leo en los comentarios o en redes. Porque entre más nos compartimos, más crecemos.
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